sábado, 26 de diciembre de 2020

La marca de la bruja




La marca de la bruja, según los inquisidores, era la prueba irrefutable de que la persona era efectivamente una sirviente del diablo. Se examinaba a las acusadas al punto de desnudárseles en público para encontrarle. A veces una marca negra, roja o azul, a veces manchas de nacimientos, irregularidades en su físico y hasta malformaciones bastaban para acusársele a alguien de practicar el Oficio y ser sometida a diversas torturas para que confesara sus vinculaciones diabólicas. Así consta en diversos estudios históricos. 

Sin embargo, la marca del diablo o la marca de Caín figura en muchísimos testimonios y ha dado lugar a que la mayoría de los autores brujos le traten en sus libros. Por ejemplo, en "La llamada del Gaitero Astado", Nigel Jackson cuenta el testimonio de una mujer que en 1944, una noche de luna, fue visitada por un hombre de negro que le solicitó revisar su mano, sacando una navaja y arañándole le marcó para siempre. 

Nos cuenta además, que Reginal Scott, convencido escribió en 1594 que "el diablo daba a sus novicios una marca con sus dientes o garras". Se creía así que era el acto final de la iniciación en los ritos sabbáticos. Me han llegado, y he leído, testimonios de brujas antiguas y modernas, de encuentros con bestias negras y misteriosas, que les arañaban o mordían, usualmente en el lado izquierdo del cuerpo, para señalizar la pertenencia al culto del Arte. 

Algunos estudiados comentan que la creencia se extiende hasta ser parte incluso de la ceremonia de varios clanes y se traslada a tatuajes rituales de simbología variada. 

A veces se suele confundir con "la tetilla de bruja" que se entendía era otra marca, por dónde la bruja alimentaba a su animal familiar, o sirviente enviado por el Maestro para su práctica. El mismísimo Foucault llega a escribir sobre el tema.

Hay un texto "Cuando dios castigaba a las brujas" de "Mujeres contando" que vale la pena leer también.
CC BY-NC-ND 4.0: 2012233694893 2012236412609